Como ya hemos mencionado, el primer contingente musulmán en llegar a España, el que venció en Guadalete, estaba integrado mayoritariamente por bereberes. Con la llegada de Muza en 712, llegó el primer gran contingente árabe a la Península, integrado tanto por qaisies como kalbíes. A los que siguieron después unos cuantos centenares más que llegaron con el séquito del primer valí u gobernador omeya al-Hurr ben Abd Al-Rahman al-Thaqafí. Sin lugar a dudas, hasta a mediados del siglo VIII siguieron llegando árabes a un ritmo difícil de precisar, el único dato preciso sobre la cuantía de emigrantes es la llegada de los chunds sirios de Balch del que luego hablaremos. Los miembros de ambas oleadas y sus descendientes se distinguirían siempre entre sí, recibiendo los primeros, los de las oleadas de 712 y 713, el nombre de “baladíes” (del árabe baladiyyun, o árabes “instalados normalmente en el país”) y los segundos “shamiyyun” o “sirios”. De manera general, los árabes se instalaron en las ciudades situadas en las llanuras, cerca de las mejores tierras. Las grandes zonas de poblamiento árabe fueron la actual Andalucía, el Valle del Ebro o Marca Superior y en menor medida el Levante o Sharq al-Andalus. La zona suroccidental de Andalucía, de Málaga a Beja, en el Algarbe portugués, fue ocupada mayoritariamente por yemeníes o kalbíes destacando sobre todo Sevilla, las tierras bajas del Valle del Guadalquivir y la zona de Málaga-Archidona. En el centro y este de Andalucía la situación era más equilibrada: en la vega granadina y en la zona de Pechina-Almería predominaban los yemeníes mientras que en la Alpujarra y cerca de Granada, en la actual Santa Fé, predominaban los qaisiés así como en la actual provincia de Jaén. En el valle medio del Guadalquivir, entre Sevilla y Córdoba, en la zona oriental de Málaga y en Murcia, la población árabe estaba profusamente mezclada sin predominio claro de un grupo étnico sobre otro. En el Valle del Ebro había un claro predomino yemení, destacando las zonas de Calatayud, Daroca y Zaragoza. Desde Mérida hasta el Levante, el poblamiento árabe es menos importante aunque con un claro predomino qaysí.
Con respecto a los chunds sirios de Balch (qaysíes), se asentaron en las siguientes zonas: el chund de Qinnasrin en Jaén, el de Egipto en Beja y Todmir; el de Palestina en Sidona; el de Hims en Sevilla; el del Jordán en Rayya (Málaga) y el de Damasco en Ilbira-Granada.
En cuanto a los bereberes se asentaron en cuatro zonas principales: Andalucía, Marca Media, Marca Superior y Sharq al-Andalus. En Andalucía, se asentaron principalmente en Sierra Morena (estribaciones, al norte de Córdoba y hacia el oeste, Sierra de Almadén, y la zona comprendida desde Campo de Calatrava a la Sierra de Aracena), Valle del Guadalquivir estuvieron mezclados con la población árabe predominando en las zonas de Morón y Marchena, Osuna, y todo el territorio de Carmona y Ecija; sur de Guadalquivir la población fue importante sobre todo en la cora de Takuruna como así lo demuestran los topónimos como Benahavís (Málaga), Grazalema (Cádiz), Alcalá de los Gazules (Cádiz), Algatocín (Málaga) y Bornos (Cádiz); y Andalucía Oriental la fue población fue escasa sobre todo en Jaén e Ilbira. La Marca Media estuvo profundamente berberizada salvó la zona de Toledo, destacando Guadalajara, Soria, Medinaceli, Atece, norte de la Sierra de Guadarrama (Castilla por la Qastilya zona del Magreb) y al sur de Toledo.
Tras la muerte del hijo de Muza en 716 se inicia el período de los gobernadores dependientes del Califato de Damasco. Es una época convulsa en la que los gobernadores se suceden en rápida sucesión, sólo uno logró mantenerse en el puesto durante algo más de cinco años. En la práctica casi todos los gobernadores eran meros delegados del vali árabe residente en Qayrawan que sí dependía directamente del califa omeya y tenía bajo su autoridad todas las provincias occidentales del Imperio árabe. La tarea principal de los gobernadores era consolidar la conquista y proseguir la pacificación del país. Su actividad bélica, dependiendo de la permanencia en el cargo, consistía en acabar la conquista de las pocas regiones que quedaban por someter, en sofocar rebeliones y en realizar incursiones más o menos profundas más allá de los Pirineos. La capital en un primer momento estuvo ubicada en Sevilla pero en 718 se trasladó a Córdoba.
En 740 estalló una violenta rebelión bereber en el norte de Africa que tuvo serias repercusiones en al-Andalus. Las causas de esta rebelión se debieron en parte a la dura política impositiva aplicada a la población bereber por la administración califal , exigiéndoseles impuestos que originalmente solo estaban obligados a pagar los no convertidos al Islam. También fue resultado directo de la activa propaganda de los jariyies entre la población bereber. Como ya hemos mencionado, los jarichies consideraban que cualquier creyente, cuya actitud moral y religiosa fuera impoluta, podía ser elegido califa. Igualmente predicaban un rigor fanático y proclamaban la igualdad ante la religión de todos los musulmanes independientemene de su etnia. Como mencionamos anteriormente en 740 estalló una rebelión general de los bereberes cuya primera consecuencia fue la toma de Tánger por los rebeldes. Enterado el gobernador de Ifriquiya, ordenó a su delegado en al-Andalus, Uqba ben al-Hachchach, que mandara tropas para reconquistar Tánger, este mandó en primera instancia un contingente que fue derrotado por los rebeldes y luego vino en persona derrotando a los rebeldes pero sin acabar con éstos quienes poco después volvieron a derrotar los árabes. Al conocer estas noticias del norte de Africa, los bereberes de Al-andalus quienes habían sido obligados por los árabes a cederles las mejores tierras e instalarse en las zonas montañosas también se rebeleraron. La insurrección comenzó en el noroeste de España, en Galicia, vertiente meridional de la cordillera cantábrica y sierra de Guadarrama, y rápidamente se propagó hacia el sur obligando a huir a los árabes. Ante el deterioro de la situación el nuevo gobernador, Abd al-Malik ben Qatan, ordenó la formación de un ejército árabe en la provincia de Córdoba, que fue derrotado por los rebeldes bereberes.
Mientras tanto, el califa envió un ejército de 30.000 hombres, de ellos 10.000 jinetes de los chunds sirios, para sofocar la rebelión en el Magreb, ejército que fue derrotado por los bereberes en octubre-noviembre de 741, unos 7.000 jinetes de los chunds sirios al mando del general Balch pudo escapar y refugiarse en Ceuta donde fue cercado por los bereberes. Ante tal situación, Balch no tuvo más remedio que pedir autorización al gobernador de Al-andalus, un kalbí, para trasladarse a Al-Andalus. En un primer momento, ben Qatan hizo caso omiso pero poco después ante el avance de la rebelión bereber que amenazaba incluso con expulsarlo de Córdoba tuvo que considerar la ayuda de Balch. Sin embargo, ambas parte tomaron precauciones. Balch se comprometía, mediante rehenes, a salir de al-Andalus una vez reprimida la rebelión bereber. El gobernador, por su parte, garantizó a los sirios que los enviaría de nuevo al norte de Africa todos juntos y no en grupos dispersos y a una zona sometida a la autoridad árabe.
La intervención de Balch y su contingente fue decisiva para sofocar la rebelión bereber. Mientras Balch evacuaba Ceuta y desembarcaba en Algeciras los rebeldes se habían organizado en tres columnas: una amenazaba directamente Córdoba, otra avanzó hasta Medina Sidonia y la última había puesto cerco a Toledo. En primer lugar, Balch derrotó a los bereberes de Medina Sidonia, luego derrotó a la columna que amenazaba Córdoba y finalmente derrotó a los bereberes que asediaban Toledo en la batalla de Wadi Salit (arroyo Guazalete, un pequeño afluente de la orilla izquierda del Tajo).
Una vez derrotada la rebelión bereber, el gobernador ben Qatan incumplió el convenio realizado con los sirios, éstos avanzaron sobre Córdoba y depusieron al gobernador poniendo en su lugar a Balch en septiembre de 741.
En su etapa de gobernador, Balch practicó una política totalmente favorable a los qaysíes, llegando a ejecutar al gobernador depuesto, lo que provocó una rebelión de los kalbíes encabezada por los hijos del gobernador ejecutado. Los rebeldes fueron derrotados en la batalla de Aqua Portora, al norte de Córdoba, en agosto de 742. En la batalla resultó herido de muerte Balch.
Balch fue sucedido por su lugarteniente Tha’laba ben Salama al-Amili quien pronto tuvo que combatir de nuevo otra rebelión de los kalbíes en Mérida, esta vez con el apoyo de los bereberes. Los rebeldes fueron derrotados y los prisioneros vendidos como esclavos a precio de saldo, esta acción provocó que el gobernador de Africa del Norte, un kalbí, mandara un sustituto de al-Amili el kalbí Abu-l-Jattar al-Husam ben Dirar.
El nuevo gobernador llevó a cabo una política conciliadora, liberando a los prisioneros cautivos y amnistiando a los rebeldes. Jattar se dio cuenta que la presencia de los chunds sirios en Córdoba sería una fuente continua de problemas por lo que llegó a un acuerdo con ellos. En vez de expulsarlos a la fuerza de la capital, les propuso establecerlos en feudos de los que serían beneficiarios mediante la obligación del servicio militar y el compromiso de responder a las órdenes de movilización si llegaba el caso. De esta forma se introdujo en al-Andalus el sistema de distritos a la vez militares y feudales que ya estaban en vigor en Siria: los chunds, cuyo origen parece proceder de los temas bizantinos. Así el chund de Damasco se establecio en el distrito de Elvira (Granada); el del Jordán, en el de Rayya (Archidona y Málaga); el de Palestina, en el de Sidona (Medina Sidonia); el de Emesa, en la región de Sevilla y Niebla); el de Qinnasrin, en el territorio de Jaén, y el de Egipto, que era el más numeroso, en el Algarve (regiones de Beja y Ocsonoba) y en el distrito de Tudmir (Murcia).
Sin embargo, esta política conciliatoria de Jattar no duró mucho, por su abierta simpatía por los kalbíes lo que provocó las protestas de uno de los principales jefes qaysíes, al-Sumayl ben Hatim al-Kilabi, a quien el gobernador hizo oídos sordos. Al-Sumayl, consciente de que la inferioridad numérica de los qaysíes con respecto a los kalbíes, buscó el apoyo de dos grandes tribus árabes de origen yemení –los Lajm y los Chudham- cuyos lazos con los kalbíes se habían diluido un tanto. Al jefe de los Chudham, Thuwaba ben Salama, le ofreció el mando de la coalición. Los rebeldes se concentraron en el distrito de Sidona en abril de 745 y poco después derrotaron a las orillas del río Guadalete a Jattar quien cayó prisionero. A continuación, los rebeldes ocuparon Córdoba y ben Salama se proclamó gobernador. A su muerte, en septiembre-octubre de 746 estallaron de nuevo luchas por sucederles. Hubo dos candidatos: su hijo y otro miembro de los Chudham, Yahya ben Hurayth.. Al-Sumayl, que era quien manejaba los hilos en la sombra, impuso un tercer candidato: Yusuf ben Abd al-Rahman, quien fue elegido gobernador en enero de 747.
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